Pensé que no volvería a caminar

Alessio dejó Colombia hace 8 años para buscar un futuro en Londres, pero todo estuvo en juego luego de ser víctima de un accidente que pudo haberle ocasionado la muerte. Él nos cuenta el terror de ese momento, pero también cómo reconstruyó su vida y consiguió el trabajo de sus sueños.

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Tuve que aprender a caminar de cero

Dejé mi casa a los 19 años y no fue difícil para mí tomar esa decisión porque estaba seguro de lo que quería. Estudiar y convivir con personas de otros países era una experiencia que siempre quise tener, pero mi mayor motivación era el hecho de dejar mi casa para ser una persona independiente y tomar las riendas de mi vida.

Pasé por Nueva York, Barcelona y finalmente, llegué a Londres. Para mí llegar a Londres por primera vez fue como estar en altamar durante la noche y decidir saltar al agua, porque yo aquí no conocía a nadie. En Barcelona al menos se hablaba español, pero aquí yo llegué como dicen a la guerra, yo llegué solo.

Me gustan los retos y una de las razones por las que vine a Londres es por eso, porque esta no es una ciudad para los débiles, por así decirlo.

Comencé a trabajar como bartender y con el tiempo, conseguí hacer prácticas en estudios de grabación como ingeniero de sonido. Actualmente, soy asistente de estudio en un sello discográfico con el que incluso, he tenido la oportunidad de trabajar en los estudios Abbey Road. ¡Nunca me imaginé que estaría trabajando donde grabaron The Beatles y otros íconos musicales!

Hasta ahora, no recuerdo haber tenido algún momento de debilidad o donde sintiera querer regresar, sin embargo, en el 2015 fui víctima de un accidente que me cambió la vida.

Salí de trabajar y me dirigía hacia mi casa en bicicleta. Recuerdo que iba subiendo por una calle de doble vía y de repente, vi un carro gris que venía del otro lado e invadió mi carril, es decir, se metió en contra vía y aceleró; lo siguiente que recuerdo es que yo despierto y me encuentro tendido en la acera. Veía borroso pero lograba ver que los carros seguían pasando por mi lado como si nada, a pesar de que yo estaba allí, tendido en la calle como un animal.

Cuando yo volví en sí, supuse que alguien me había arrollado. Intenté ponerme de pie y el cuerpo no me respondía, no me podía mover. Entré en pánico y comencé a gritar por ayuda en inglés, hasta que finalmente, una persona se detuvo y llamó una ambulancia.

Llegué al hospital donde me hicieron una cirugía de emergencia para ubicar la cadera y se dieron cuenta de que el fémur había roto la pelvis durante el accidente, por lo que no podían ahora ponerlo en su lugar. Como yo tenía morfina, no había caído en cuenta de la gravedad del asunto pero cuando me dijeron que mi cadera estaba rota, lo primero que pensé era que probablemente no volvería a caminar; yo me imaginaba lo peor...

Antes de entrar a cirugía, recuerdo que no podía contener las lágrimas pues me preocupaba no volver a caminar. El médico claramente me decía que no podía dar un pronóstico pues todo dependía de cómo mi cuerpo reaccionara a la operación. Afortunadamente, la cirugía fue todo un éxito.

Fueron tiempos difíciles pero también fue muy especial compartir con mi mamá durante mi recuperación. Ella llegó días después a Londres y me estuvo ayudando con todo porque yo no podía hacer nada por mí mismo, ni siquiera usar los cubiertos para comer.

Una de las cosas que más me impactó después del accidente fue que, durante las terapias de recuperación, yo le preguntaba a la enfermera cómo tenía que poner el pie para caminar, y después yo caí en cuenta de lo que estaba preguntando… ¡tuve que aprender a caminar de cero!, me enseñaron a caminar otra vez. Definitivamente, marcó un antes y un después en mi vida.

Desde entonces, siempre tengo presente que la vida se puede acabar en cualquier momento y por eso soy una persona más decidida que antes. ¡Hay que atreverse, atreverse a hacer lo que uno quiere, a alcanzar los sueños! Puede sonar como un cliché pero es así, al final uno tiene más que ganar, que lo que tiene que perder.

La vida es solo una y las oportunidades están contadas con las manos

Yo aprendí que en muchas ocasiones, las barreras se las pone uno mismo porque en realidad, uno puede llegar a donde uno quiera. En mi caso, la mayor barrera siempre ha sido el miedo a fracasar, pero ahora recuerdo el accidente en el que estuvo en riesgo mi vida y digo: si superé eso, puedo superar cualquier cosa, cualquier fracaso que se presente.

No obstante, cuando pasas por situaciones tan difíciles estando lejos de casa, te das cuenta de que tener la familia cerca es un privilegio.

Cada vez que regreso a Colombia y veo a mis padres me doy cuenta de que el tiempo pasa, y es inevitable pensar que estoy sacrificando el tiempo con ellos por perseguir mis sueños; unas cosas por otras… supongo que mi familia me perdonará y entenderá mis circunstancias.

Por lo pronto, trato de ir a Colombia cada año y de retribuir un poco a mis padres todo lo que me han dado, pues ellos son el motor de mi vida. Uso Wise para enviar dinero de vuelta a mi familia y la verdad es que la ayuda que les estoy dando, no sería la misma de otra manera. Recuerdo que cuando usé la aplicación por primera vez, no podía creer la tarifa, ¡para mí era imposible!, la comisión era mínima comparada a lo que cobran los bancos.

Por ahora seguiré en Londres porque considero que es una oportunidad enorme para mi carrera profesional, pero mi casa siempre va a ser Colombia y entre más pasa el tiempo, lo tengo mucho más claro.

La vida se puede acabar en un segundo y uno debería vivir cada momento como si fuera el último. A pesar de las adversidades, no me arrepiento de nada. He pasado por todo lo que he tenido que pasar, pero sigo aquí y creo que esa es la recompensa.

Por Natalia Romero, exclusivo para Wise. Fotografía de Stephanie Stoddard Cortés.